La madrugada del 6 de mayo, India llevó a cabo ataques en territorio de Pakistán tras el atentado terrorista del 22 de abril en Cachemira, atribuido por Nueva Delhi a grupos armados protegidos por Islamabad. El gobierno indio aseguró que sus operaciones se dirigieron exclusivamente contra “infraestructura terrorista”, pero Pakistán respondió con fuego directo, afirmando haber derribado un avión militar indio y atacado un cuartel de brigada en territorio enemigo.
Este nuevo pico de tensión entre dos potencias nucleares ha generado inquietud en diversas regiones del mundo, pero una zona particularmente expuesta a sus “ondas expansivas” es el Cáucaso Sur. Lejos de ser una periferia, esta región se ha convertido en un punto de intersección geoestratégica donde confluyen los intereses de India, Pakistán, Turquía, Azerbaiyán, Israel, Irán y Rusia.
Turquía, Azerbaiyán y el bloque pro-Pakistán en el Cáucaso
Turquía y Azerbaiyán, aliados históricos y crecientemente militarizados, han desarrollado estrechos lazos con Pakistán, especialmente tras la guerra de 44 días contra Artsaj (Nagorno-Karabaj) y Armenia en 2020. Desde entonces, los tres países han avanzado hacia una alianza político-militar informal, institucionalizada en 2021 con acuerdos de cooperación estratégica y ejercicios conjuntos.
En este contexto, un agravamiento del conflicto indo-paquistaní podría tener efectos colaterales en la postura de Ankara y Bakú en el Cáucaso, y también en su política exterior. La posibilidad de que estos actores utilicen el conflicto como carta de presión o alineamiento estratégico frente a India —que ha profundizado su relación con Armenia en los últimos años— no puede ser descartada.

Armenia e India: una asociación emergente en el marco regional
Armenia, por su parte, ha dado pasos visibles hacia una mayor cooperación con India, tanto en lo diplomático como en lo militar. En 2023 y 2024, se registraron acuerdos para la compra de sistemas de defensa aérea, radares y municiones, y en los últimos meses ambos países han sostenido reuniones bilaterales de alto nivel. Para India, el Cáucaso representa una región clave en su proyección euroasiática y un contrapeso frente a los vínculos entre Islamabad, Ankara y Bakú.
Este acercamiento también responde a una lógica de multipolaridad emergente, en la que Nueva Delhi busca diversificar sus alianzas y aumentar su presencia en corredores estratégicos, como la “Encrucijada de la Paz” armenia —el plan de conectividad regional propuesto por el gobierno de Ereván.
Israel, Irán y Rusia: entre alianzas cruzadas y cautela diplomática
Israel, aliado militar cercano tanto de Azerbaiyán como de India, ha optado por respaldar a Nueva Delhi en este conflicto, en línea con su política de contención del extremismo islámico. Por el contrario, Irán se encuentra en una posición incómoda: aunque mantiene vínculos institucionales con ambos países, no ve con buenos ojos el creciente interés de India en el Cáucaso, al que considera zona de influencia directa.
En las últimas 48 horas, Vladímir Putin ha mantenido conversaciones telefónicas con los líderes de India, Irán e Israel, lo que indica la preocupación rusa por una posible desestabilización regional en su vecindad sur. Moscú, que busca reforzar su papel como mediador regional y contrapeso a la OTAN, no puede permitirse un nuevo frente de inestabilidad cerca de sus fronteras meridionales.
¿Una guerra localizada o una amenaza expansiva?
La situación actual entre India y Pakistán podría degradarse en cuestión de horas si no se establecen mecanismos de contención inmediatos. Si bien el presidente estadounidense Donald Trump ha llamado a la calma, subrayando la necesidad de un acuerdo político global, lo cierto es que este nuevo brote de violencia tiene lugar en un contexto internacional altamente volátil, donde los conflictos regionales pueden escalar rápidamente o ser utilizados como piezas en un tablero más amplio de confrontación geopolítica.
El Cáucaso Sur, por su historia reciente, sus alianzas cruzadas y su posición estratégica en el tránsito eurasiático, es una de las regiones más expuestas a estos “fragmentos” de conflicto. En este escenario, Armenia aparece como un actor que busca consolidar su soberanía y seguridad a través de nuevas alianzas, mientras se prepara para las posibles turbulencias externas derivadas de un mundo en transformación.
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