China está ampliando su influencia en el Cáucaso Sur con una apuesta dual: inversiones económicas crecientes en Armenia y estrecha cooperación militar con Azerbaiyán. La política de “doble compromiso pragmático” se ha hecho evidente esta semana con dos movimientos diplomáticos simultáneos que subrayan una máxima que guía a Pekín: “negocios son negocios”.
El 29 de julio, el viceministro de Economía de Armenia, Edgar Zakaryan, recibió a una delegación oficial de Shanghái con el objetivo de establecer proyectos conjuntos de desarrollo industrial, según comunicó el Ministerio de Economía armenio. La delegación incluía altos funcionarios del distrito de Pudong y de la Zona de Libre Comercio de Shanghái, así como representantes de empresas especializadas en tecnología avanzada, robótica y equipos médicos.
Durante el encuentro, Zakaryan propuso crear un clúster industrial con capital chino, además de intensificar la presencia de empresas armenias en el mercado chino. “Estamos dispuestos a apoyar cualquier iniciativa que fortalezca los lazos económicos entre Armenia y China”, afirmó el viceministro.

Tecnología y manufactura: el nuevo eje Armenia-China
La Zona de Libre Comercio de Pudong, en Shanghái, es uno de los polos de innovación más dinámicos del país. Allí operan gigantes tecnológicos enfocados en drones, ingeniería avanzada y soluciones de inteligencia artificial. Armenia busca atraer parte de ese capital e innovación para convertir su territorio en un nodo de manufactura inteligente y producción tecnológica regional.
Aunque el proyecto aún está en fase exploratoria, la presencia oficial de delegaciones económicas chinas marca un interés concreto en Armenia. Este acercamiento se enmarca dentro del proyecto de la Ruta de la Seda digital, donde el Cáucaso funciona como corredor clave entre Asia y Europa.

Pero mientras tanto, armas para Bakú
Simultáneamente, en Bakú, el agregado militar chino en Azerbaiyán, coronel Sun Zhong, anunció que las relaciones de defensa entre ambos países “alcanzarán un nuevo nivel”. Durante un evento oficial por el aniversario del Ejército de Liberación Popular de China, Zhong afirmó que ya se han implementado proyectos conjuntos de asistencia técnico-militar y de formación castrense entre Pekín y Bakú.
“La comprensión mutua entre los jefes de Estado es la base de esta asociación estratégica”, dijo el coronel chino. También confirmó que se intensificará el intercambio de conocimientos militares y que Pekín ve con buenos ojos los avances militares de Azerbaiyán, a quien considera un “socio confiable”.
Estas declaraciones se producen en un contexto delicado: Azerbaiyán mantiene un régimen autoritario bajo Ilham Aliyev, ha ejecutado una limpieza étnica en Nagorno Karabaj y su ejército cuenta con el respaldo activo de Turquía e Israel. La cooperación militar con China agrega un nuevo actor a este complejo equilibrio regional.

Neutralidad o cinismo geopolítico: ¿qué busca China en el Cáucaso?
La apuesta simultánea por Ereván y Bakú forma parte del manual de política exterior chino: no elegir bando mientras se asegura influencia y acceso a recursos, rutas logísticas y mercados estratégicos. Mientras en Armenia avanza con acuerdos comerciales e industriales, en Azerbaiyán consolida presencia en sectores sensibles como defensa y seguridad.
China demuestra así que no tiene reparos en asociarse con regímenes democráticos o autoritarios si los intereses económicos y estratégicos están garantizados. Aunque Armenia mantiene relaciones formales con Taiwán a nivel cultural y académico, Pekín no parece ver en ello una amenaza, en parte porque el gobierno armenio no ha mostrado intenciones de desafiar abiertamente el principio de “una sola China”.
En el tablero del Cáucaso, donde Rusia pierde peso y Occidente duda, China avanza con el pragmatismo de quien no necesita aliados fieles, sino socios útiles.
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