La Iglesia Apostólica Armenia celebró este domingo la fiesta de la Asunción de la Santísima Virgen María, una de las cinco grandes solemnidades del calendario religioso armenio y la más antigua de las dedicadas a la Madre de Dios. La jornada estuvo marcada por la tradicional ceremonia de la bendición de las uvas, símbolo de abundancia y vida nueva.
Una tradición que une fe y cultura
En todos los templos del país se celebró la Divina Liturgia, con la participación del Catholicos de Todos los Armenios en la sede de Santa Echmiadzin. Tras la misa, los sacerdotes bendijeron racimos de uvas que luego fueron repartidos entre los fieles como signo de consagración de la primera cosecha a Dios.
“La bendición de las uvas refleja nuestra unión entre la fe cristiana y las raíces agrícolas del pueblo armenio”, explicaron desde la oficina del Santo Echmiadzin en declaraciones a News-Army.

El trasfondo espiritual de la fiesta
La Asunción conmemora el tránsito de la Virgen al cielo. Según la tradición, después de la crucifixión de Jesucristo, María vivió en Jerusalén bajo el cuidado de San Juan Evangelista. Durante una oración, el Arcángel Gabriel le anunció que sería llevada al Reino celestial.
Los apóstoles estuvieron junto a ella en su último día y fueron testigos de cómo Cristo mismo recibió su alma. Su tumba en el valle de Getsemaní fue hallada vacía, signo de su glorificación. “La Iglesia no llama a este momento muerte, sino dormición”, recordó un sacerdote durante la homilía.
La tradición señala que el apóstol Bartolomé, al regresar a Jerusalén, pidió ver el cuerpo de María, pero encontró la tumba vacía. Para consolarlo, los apóstoles le entregaron una imagen de la Virgen. El historiador Movses Khorenatsi narra que esa reliquia llegó después a Armenia, donde se erigió un convento en su honor.
Hoy, esa memoria sigue presente. Cada racimo bendecido en esta fecha conecta a las familias armenias con su fe, su historia y su identidad.
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