En una declaración que marca un giro discursivo en el proceso de paz en el Cáucaso Sur, Hikmet Hajiyev, asesor del presidente de Azerbaiyán y jefe del Departamento de Asuntos Exteriores de la Administración Presidencial, aseguró que “la guerra entre Armenia y Azerbaiyán ha terminado”, que “el statu quo ha cambiado” y que hoy “hay paz y estabilidad en la frontera”.
En una entrevista con el diario económico eslovaco Hospodárske Noviny, Hajiyev afirmó que el texto del tratado de paz ya está acordado, aunque no firmado, y sostuvo que Nagorno-Karabaj “ya no es tema de discusión”, dado que, según él, “las fuerzas armenias se han retirado completamente de todos los territorios azerbaiyanos”.
“Si observan nuestras fronteras, verán paz y estabilidad. La guerra ha terminado. Se ha creado un nuevo statu quo basado en la legalidad y la legitimidad”, declaró. Y agregó: “Sí, la disputa entre nosotros persiste, pero ya no es militar, es política. Hemos logrado pasar de una confrontación armada a un conflicto diplomático”.
Azerbaiyán exige aún una reforma constitucional en Armenia
A pesar de destacar el “avance diplomático”, Hajiyev volvió a insistir en una condición clave: la modificación de la Constitución armenia, cuya preámbulo, según la parte azerbaiyana, contiene referencias implícitas a reivindicaciones territoriales sobre Azerbaiyán. Esta exigencia ha sido reiterada por Bakú en varias rondas de negociaciones, incluso tras el éxodo forzado de más de 115.000 armenios de Nagorno-Karabaj en 2023.
“Para que el acuerdo de paz entre finalmente en vigor, se necesita un último paso: que Armenia reforme su constitución”, remarcó Hajiyev.
Este punto ha sido uno de los principales escollos en las negociaciones. Mientras Ereván sostiene que las disputas deben resolverse sin condiciones unilaterales, Bakú continúa exigiendo “revisiones legales internas” por parte del gobierno de Nikol Pashinyan.

Un canal de diálogo sin mediadores y sin garantías internacionales
El asesor presidencial subrayó que las conversaciones se desarrollan “sin intermediarios” y “de manera directa”, lo que confirma el cambio de enfoque observado desde 2024, cuando se suspendieron varios intentos de mediación por parte de Rusia, la UE y Estados Unidos. “Abordamos los asuntos problemáticos sin intermediarios. Hay temas importantes en nuestra agenda, pero el elemento militar ha sido excluido. Y eso ya es una buena señal”, enfatizó.
No obstante, hasta el momento, ningún acuerdo final ha sido firmado ni ratificado, y el gobierno armenio no ha confirmado públicamente que el texto esté cerrado, lo que plantea interrogantes sobre los términos reales del entendimiento y las posibles presiones de Bakú.
El silencio sobre el regreso forzoso de los desplazados
En la entrevista, no se mencionó el éxodo forzado de la población armenia de Karabaj, que, según organizaciones internacionales, constituye una limpieza étnica de hecho. El alto funcionario azerbaiyano también evitó referirse al destino del patrimonio cultural armenio en la región, un tema de creciente preocupación global ante las denuncias de destrucción sistemática por parte de Azerbaiyán.
Mientras Bakú habla de “paz sobre el terreno”, en Armenia crece el debate interno sobre las condiciones del tratado y sobre el proceso constitucional que Pashinyan impulsa en paralelo, precisamente en respuesta a exigencias como las que plantea Azerbaiyán. Analistas armenios advierten que el statu quo del que habla Bakú responde más a una correlación de fuerzas impuesta por la victoria militar que a una paz negociada y consensuada.
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