En una sesión parlamentaria el 7 de mayo, el ministro de Relaciones Exteriores de Armenia, Ararat Mirzoyan, respondió a las acusaciones de la oposición sobre el estatus de Nagorno-Karabaj, subrayando que Armenia nunca ha reconocido su independencia y siempre ha respetado la integridad territorial de Azerbaiyán.
«La República de Armenia nunca ha reconocido a la República de Nagorno-Karabaj», afirmó Mirzoyan, desmintiendo así las críticas de que el gobierno armenio estaría «encubriendo» la disolución de la región mediante acuerdos internacionales como el Documento de Praga (2022).
Los pilares legales: de la URSS al proceso de paz actual
En 1991, con la firma de la Declaración de Alma-Ata durante la disolución de la URSS, Armenia reconoció las fronteras soviéticas de Azerbaiyán, incluyendo Nagorno-Karabaj. Este principio se mantuvo en los Principios de Madrid (2007), que buscaban equilibrar la integridad territorial con el derecho a la autodeterminación, aunque este último se entiende dentro del marco de las fronteras existentes.

Mirzoyan también citó el Capítulo 8 del Acta Final de Helsinki (1975), que vincula la libre determinación de los pueblos al respeto de la Carta de la ONU y a la integridad territorial. Este enfoque, según el canciller, se refleja en la Declaración de Praga (2022), el Reglamento de Demarcación de Fronteras (agosto de 2024) y el borrador del tratado de paz entre Armenia y Azerbaiyán.
¿Por qué esta aclaración es crucial?
Como informara SoyArmenio.com, la oposición armenia ha acusado al gobierno de ceder soberanía sobre Nagorno-Karabaj mediante acuerdos internacionales. Sin embargo, Mirzoyan demostró que la postura del país ha sido consistente desde los años 90, basada en documentos históricos y compromisos internacionales. Azerbaiyán, por su parte, exige un reconocimiento explícito de su control sobre la región, mientras Armenia insiste en garantizar los derechos de la población armenia que aún reside allí.
El proceso de paz, aunque avanza con la demarcación de fronteras y un tratado en negociación, enfrenta desafíos como la seguridad de las comunidades armenias y la preservación de su patrimonio cultural en zonas bajo control azerbaiyano.
Las declaraciones de Mirzoyan han generado reacciones mixtas. Mientras la oposición cuestiona si el gobierno prioriza la estabilidad sobre los derechos históricos, Azerbaiyán insiste en que Armenia debe renunciar definitivamente a cualquier reclamo sobre Nagorno-Karabaj. La UE y otros actores internacionales presionan para que se concrete el tratado de paz, considerado clave para la estabilidad en el Cáucaso Sur.
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