En un encendido mensaje publicado el 30 de junio, el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinyan, arremetió contra las críticas que ha recibido en redes sociales y justificó su estilo combativo para responder a los ataques personales, especialmente aquellos dirigidos hacia su familia y círculo cercano. En medio de una creciente polarización política y tensiones internas, el mandatario dejó en claro que no piensa quedarse callado ante lo que considera una campaña de agresión verbal en su contra.
“Habrá maldiciones e insultantes, responderé de la misma manera. Habrá respeto, responderé con respeto. De lo contrario, no esperen nada más”, afirmó Pashinyan en una publicación en sus redes, recogida por medios armenios. El jefe de Gobierno se refirió a los insultos que recibe en sus publicaciones y explicó por qué considera que no está obligado a guardar silencio.
El primer ministro señaló que existe una doble vara en el juicio público: “Cuando mis partidarios usan el vocabulario más reciente, yo no soy el jefe del país. Pero cuando respondo, entonces soy el líder que no debería permitirse eso. Pero se permite todo contra mí, mi familia y mis seguidores”, criticó.
Pashinyan reconoció que el cargo que ocupa impone ciertas restricciones, pero advirtió que también la oposición debe tener límites. En ese sentido, dijo que si no existe contención del otro lado, él mismo se reserva el derecho a defenderse con el mismo tono. “No puedo enfrentar en silencio los ataques contra mis seguidores y familiares”, afirmó.
Hacia la criminalización del insulto

El líder armenio también aprovechó la ocasión para relanzar un viejo debate: la necesidad de criminalizar los insultos graves. “Lo probamos, pero el ruido fue el mismo: que se limita el derecho a la libertad de expresión”, recordó. Y criticó el sistema judicial como una vía ineficaz para abordar el problema: “Aplicar a la corte también genera críticas. ¿Quién financia ese proceso? ¿Con qué presupuesto?”.
En ese contexto, propuso que sea la sociedad civil la que tome la iniciativa: “La próxima solución es que la sociedad civil y el propio público exijan criminalización de un insulto grave. Y crearemos un consenso público en torno a esto”.
En su mensaje, también llamó a sus seguidores a actuar igual: “Traten activamente de la misma manera: no hay alternativa. O tendremos un debate agudo pero civilizado, o un estallido destructivo, aunque sea uno solo, será muy fuerte”.
Un estilo que divide
Las declaraciones de Pashinyan reavivan el debate sobre los límites del discurso público y la conducta esperada de los altos funcionarios. Mientras sus seguidores lo aplauden por su franqueza y disposición a defenderse, sus críticos lo acusan de erosionar el clima democrático y de alimentar la confrontación en vez de apaciguarla.
El uso de un lenguaje combativo no es nuevo en el estilo político de Nikol Pashinyan, pero en un momento donde Armenia atraviesa una delicada transición política tras el fallido intento de golpe de Estado atribuido al movimiento Lucha Sagrada, sus palabras adquieren mayor peso.
Pashinyan concluyó su mensaje reiterando su compromiso con un debate civilizado, aunque deslindó la responsabilidad en el campo contrario: “Soy partidario de un debate civilizado. Pero esta es la pregunta que no decido yo”.
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