En 1946, un grupo de mujeres armenias en París marchó en el desfile del Día de la Bastilla. Vestían trajes tradicionales y portaban el retrato de Louise Aslanian, símbolo de resistencia, junto a pancartas que decían: “La patria armenia, nuestra tierra sometida”.
Louise Aslanian: literatura y militancia
Louise Aslanian, escritora conocida como Lass, se trasladó a Francia con su esposo, Arpiar Aslanian, para estudiar en la Sorbonne. Desde mediados de los años 20, publicó cuentos y novelas que reflejaban sus ideas sociales y la visión de una futura repatriación a la Armenia Soviética.
En 1937 se unió al Partido Comunista Francés y comenzó a colaborar con publicaciones armenias como Zang y Nor Kyank, bajo la edición del poeta Misak Manushyan.

Fundación del Sindicato de Mujeres Armenias
En 1942, Louise fundó el Sindicato de Mujeres Armenias de Francia, una organización clandestina que buscaba fortalecer la identidad nacional y los derechos de las mujeres armenias en el exilio. Organizaron cursos de idioma, campamentos para niños y conferencias internacionales.
El 26 de julio de 1944, el gobierno de Vichy arrestó a Louise y a su esposo. Ella no sobrevivió a la guerra, pero su legado inspiró a sus compañeras a continuar la lucha.
El impacto del posguerra y la revista “Hay Kin”
Tras la Liberación, el Sindicato dejó la clandestinidad y se vinculó al Union des femmes françaises. En 1947 lanzaron la revista “Hay Kin” (La mujer armenia), que buscaba informar a trabajadoras inmigrantes y abrir debates sobre igualdad, repatriación y derechos laborales.
En su primer número, con el retrato de Louise Aslanian en la portada, la redacción explicó: “Muchas armenias no dominan el idioma local. Este medio existe para acercarles respuestas sobre todos los temas que les interesan”.
Aunque solo se publicaron 19 números hasta 1949, el impacto de la revista fue crucial para el desarrollo de la conciencia social y política de las armenias en Francia.

Mujeres trabajadoras y movilidad social
Según el historiador Levon Chormissian, la posguerra transformó la vida laboral de la diáspora armenia. Muchas mujeres adquirieron telares y máquinas de coser, trabajando hasta 15 horas diarias en casa. Sus ingresos permitieron que numerosas familias dejaran de pertenecer al proletariado y ascendieran socialmente.
El esfuerzo colectivo de estas mujeres no solo preservó la identidad armenia en Francia, sino que también redefinió el rol de la mujer dentro de la comunidad.
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