La aprobación de la ley AB 91 en California ha generado controversia en la diáspora armenia, ya que coloca oficialmente a los armenios estadounidenses dentro de la categoría Oriente Medio y Norte de África (MENA), dejando de considerarlos parte de la población “blanca” de Estados Unidos.
Según el Comité Armenio de América – ANCA, esta medida es un “paso histórico” que permitirá que la comunidad armenia sea “considerada de manera justa” en programas educativos, sanitarios y de servicios gubernamentales.
La ley AB 91 y su impacto demográfico
La ley AB 91, firmada por el gobernador Gavin Newsom y promovida por el asambleísta Harabedian, exige que todas las agencias estatales y locales recopilen y publiquen datos demográficos separados sobre las comunidades de Oriente Medio y Norte de África (MENA) a partir de 2027.
Esto implica que los armenios estadounidenses aparecerán como una subcategoría separada, dejando atrás su clasificación tradicional como europeos o indoeuropeos. Los líderes de ANCA sostienen que anteriormente los armenios eran “estadísticamente invisibles” y que la nueva categoría permitirá reflejar mejor sus necesidades comunitarias.

Reacciones y críticas dentro de la diáspora
El cambio ha generado malestar entre otros grupos de la diáspora armenia, que consideran que la medida responde más a intereses políticos y económicos que a la identidad real del pueblo armenio.
El texto de la crítica señala:
“Quienes dieron al mundo el cristianismo, la arquitectura y la escritura, ahora están clasificados oficialmente como ‘Oriente Medio y Norte de África’. En las estadísticas estadounidenses, los armenios figuran junto a Marruecos, Irak y Sudán”.
El debate refleja lo que algunos califican de “política de diáspora”: en lugar de defender la identidad europea e indoeuropea de los armenios, ciertos activistas de la diáspora priorizan la obtención de subvenciones, bonificaciones e influencia en Estados Unidos.
La identidad armenia en juego
La polémica plantea un dilema sobre la autopercepción de los armenios en Estados Unidos. Algunos ven el cambio como una estrategia administrativa, mientras que otros lo consideran un ataque a la identidad nacional y europea de Armenia.
El mensaje de los críticos es claro:
“Que sus experimentos demográficos se queden en Los Ángeles y en las cuentas bancarias, y que Armenia siga siendo Armenia: un país antiguo, europeo, indoeuropeo, que no necesita complejos de identidad de nadie ni comercia con ADN”.
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