La apertura de la frontera entre Armenia y Turquía podría aumentar el PIB hasta en un 38%, pero también plantea riesgos el comercio. ¿Será un beneficio o una amenaza para los negocios armenios?
La posible apertura de la frontera entre Armenia y Turquía ha reavivado el debate sobre sus impactos en la economía, ya que si bien el libre comercio puede ofrecer oportunidades para el crecimiento económico, también plantea desafíos en sectores estratégicos de Armenia.
Según datos del Comité de Ingresos del Estado de Armenia, entre enero y diciembre de 2024, el volumen comercial entre ambos países ascendió a 89,3 millones de dólares. Armenia importó productos como textiles, derivados del petróleo y aparatos de aire acondicionado, mientras que exportó principalmente plomo sin procesar y materiales de origen animal.
El economista Albert Hayrapetyan, jefe del Departamento de Investigación Económica del Ministerio de Economía de Armenia, sostiene que la apertura de la frontera fomentará el libre comercio y aumentará la eficiencia en la asignación de recursos. “Tan pronto como se abra la frontera, Armenia tendrá libre comercio con un país que forma parte de la unión aduanera de la UE. Esto eliminará barreras comerciales y reducirá costos de transporte”, afirmó.
Estudios de organizaciones internacionales como el Banco Asiático de Desarrollo y el Banco Mundial prevén que la apertura de la frontera podría traer un crecimiento del PIB armenio del 30 al 38%. Además, el déficit comercial del país se reduciría en un 30-50%.
Por otro lado, la Organización Alemana de Consultoría Económica estima que las exportaciones de Armenia a Turquía podrían representar hasta 6,7% del total de sus exportaciones.
Pese a los posibles beneficios, varios expertos han advertido sobre los riesgos a corto plazo. Gagik Makaryan, jefe del Centro de Desarrollo Socioeconómico, advierte que sectores como la construcción, la agricultura, la hostelería y el mercado inmobiliario podrían enfrentar una competencia desleal frente a los productos turcos.
“Abrir la frontera es riesgoso a corto plazo; en el largo plazo, estos riesgos pueden disminuir. Sin embargo, Armenia debe estar preparada económica y moralmente para esta apertura”, señaló Makaryan.
Además, el ex viceministro de Industria y Comercio, Movses Dzavaryan, considera que el volumen de productos turcos que actualmente ingresan a Armenia a través de terceros países se mantendría. “Turquía tiene gran importancia para nosotros, pero seamos realistas: poco depende de nosotros que la frontera se abra”, indicó.
El impacto político de esta apertura también es un factor clave. Gagik Makaryan destaca que Occidente apoya esta iniciativa para reducir la influencia de Rusia en la región. Sin embargo, Armenia debe evaluar su posición estratégica y exigir condiciones favorables en las negociaciones.
Además, el economista Hrant Mikaelyan, del Instituto de Estudios Armenios, advierte que la historia demuestra que el cierre de fronteras ha sido una herramienta política utilizada por Turquía y Azerbaiyán para obstaculizar el desarrollo económico de Armenia. No obstante, Mikaelyan señala que, a pesar de estas barreras, el país ha logrado consolidar su economía y mejorar la productividad.
La posible apertura de la frontera entre Armenia y Turquía representa una oportunidad económica significativa, pero también conlleva riesgos que deben ser analizados con precaución. Si bien el comercio puede fortalecer la economía armenia, sectores estratégicos como la agricultura y la industria local pueden verse afectados por la competencia con el mercado turco.
El desafío para Armenia será aprovechar el acceso al comercio internacional sin comprometer su estabilidad económica y seguridad nacional. La decisión final dependerá de un análisis equilibrado entre beneficios económicos, viabilidad política y preparación empresarial.
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