Armenia revisa su estrategia de seguridad nacional tras declarar inoperante el acuerdo de paz de 2020. El gobierno busca reforzar su soberanía en medio de tensiones con Azerbaiyán y Rusia.
Ereván, en respuesta a los recientes cambios en el entorno regional y los crecientes cambios geopolíticos, ha anunciado el inicio de un proceso para actualizar su estrategia de seguridad nacional. Así lo confirmó el secretario del Consejo de Seguridad de Armenia, Armen Grigoryan, destacando la necesidad de adaptar las políticas del país a los desafíos actuales y futuros.
Desde la publicación de la última estrategia en 2020, Armenia ha enfrentado importantes reveses en la región del Cáucaso Sur, incluida la pérdida de control sobre Nagorno-Karabaj y un aislamiento geopolítico que ha obligado al gobierno a repensar sus alianzas y prioridades estratégicas.
“La necesidad de una nueva estrategia de seguridad nacional ha surgido debido a los cambios en el entorno de seguridad de Armenia”, explicó Grigoryan.
“Pronto comenzaremos reuniones de trabajo. Todo el proceso será transparente y se mantendrá informada a la sociedad”, añadió.
Uno de los principales detonantes para revisar la estrategia ha sido la consideración oficial de que el acuerdo de alto el fuego firmado el 9 de noviembre de 2020 entre Armenia, Azerbaiyán y Rusia, ya “no existe de facto”. Este pacto puso fin a la guerra en Nagorno-Karabaj, pero su aplicación ha sido objeto de controversia y disputas.
El secretario del Consejo de Seguridad dejó claro que, tras la ofensiva azerbaiyana de septiembre de 2023 —que resultó en la huida de más de 100.000 armenios étnicos de Nagorno-Karabaj—, el acuerdo perdió validez.
“¿Cómo podemos volver a un documento cuando ocho de sus nueve artículos fueron violados o ignorados?”, cuestionó Grigoryan.
“El acuerdo ya no tiene sentido en la situación actual”, añadió.
La declaración de 2020 también estipulaba el mantenimiento del Corredor de Lachin, vital para conectar Armenia con Nagorno-Karabaj, pero su cierre por parte de Azerbaiyán y la inacción de las fuerzas de paz rusas intensificaron las tensiones y socavaron la confianza de Ereván en Moscú como garante de la seguridad.
Paralelamente a la revisión de la estrategia de seguridad, el gobierno armenio también impulsa una reforma constitucional, lo que ha generado debate interno y especulaciones sobre posibles concesiones políticas.
El primer ministro armenio, Nikol Pashinyan, aclaró que las modificaciones constitucionales forman parte de un “proceso interno” y no responden a presiones externas, aunque la oposición ha sugerido que estas reformas podrían eliminar referencias simbólicas al vínculo histórico de Armenia con Nagorno-Karabaj.
“Las reformas constitucionales siempre han sido un proceso interno y seguirán siéndolo”, aseguró Grigoryan.
“La sociedad tendrá la última palabra en el referéndum”, puntualizó.
Uno de los temas más sensibles es la referencia actual a la Declaración de Independencia de 1990, que menciona la unión de Nagorno-Karabaj con Armenia, un punto que Azerbaiyán considera una amenaza territorial. Si bien el gobierno no ha confirmado cambios en este aspecto, la oposición teme que su eliminación debilite la posición armenia en futuras negociaciones.
Otro foco de conflicto es el debate sobre el llamado “corredor de Zangezur”, una ruta que conectaría Azerbaiyán con su enclave de Najicheván a través de la provincia armenia de Syunik. Aunque Armenia ha expresado su disposición a desbloquear las comunicaciones regionales, se opone firmemente a ceder soberanía sobre su territorio.
El ex embajador armenio y líder del partido “Armenia Iluminada”, Edmon Marukyan, advirtió que la negativa del gobierno a retomar los términos del acuerdo de 2020 podría allanar el camino para la creación unilateral del corredor por parte de Azerbaiyán.
“Si Armenia no quiere facilitar el corredor, la única vía es volver al documento trilateral de 2020”, afirmó Marukyan.
“Si no se actúa ahora, el corredor se convertirá en una realidad sin que Armenia reciba nada a cambio”, añadió.
Azerbaiyán y Rusia insisten en la aplicación del artículo 9 del acuerdo de 2020, que establece el desbloqueo de las comunicaciones regionales. Sin embargo, Ereván sostiene que cualquier ruta debe mantenerse bajo su control soberano, rechazando la presencia de fuerzas extranjeras en su territorio.
La futura estrategia de seguridad nacional buscará redefinir las alianzas regionales de Armenia, alejándose parcialmente de la influencia rusa y explorando nuevas vías de cooperación con actores occidentales. Según Grigoryan, el proceso de redacción será amplio e incluirá a representantes del gobierno, las fuerzas armadas y expertos en política internacional.
El principal reto será crear un enfoque que fortalezca la defensa nacional sin aislar a Armenia en un contexto geopolítico complejo, especialmente considerando su posición entre potencias como Rusia, Turquía e Irán.
El gobierno también evalúa fortalecer las capacidades militares nacionales tras las lecciones aprendidas en los recientes conflictos; diversificar las alianzas estratégicas, con un enfoque hacia Estados Unidos y la Unión Europea; y reforzar la seguridad fronteriza, especialmente en las regiones más vulnerables.
La revisión de la estrategia de seguridad nacional refleja un momento de inflexión para Armenia. La ruptura con los términos del acuerdo de 2020 y la apuesta por un enfoque más independiente podrían redefinir su rol en la región, aunque también la exponen a nuevos riesgos.
Las tensiones con Azerbaiyán siguen latentes, mientras que la relación con Rusia —tradicional aliado— atraviesa su etapa más frágil en décadas. En medio de este panorama incierto, Ereván enfrenta el desafío de mantener su integridad territorial y estabilidad interna mientras navega en un entorno geopolítico cambiante.
La pregunta clave ahora es si Armenia logrará consolidar una política de seguridad que combine soberanía, estabilidad y nuevas alianzas, o si las presiones externas terminarán condicionando su margen de acción.
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