🌍 El Corredor Medio crece y Armenia tiene una chance histórica: salir del aislamiento y ser puente Asia-Europa. Para ACSES, desafíos y dilemas geopolíticos en el Cáucaso. La decisión no es técnica, sino geopolítica. ¿Será Ereván actor o espectador? #Armenia #Eurasia
En un mundo donde las rutas comerciales dictan la dinámica del poder, el Corredor Medio —también conocido como la Ruta Trans-Caspiana— emerge como un eje crucial para conectar Asia con Europa, desafiando la tradicional dependencia de las rutas marítimas y del corredor septentrional que atraviesa Rusia.
Un reciente informe del Centro Analítico ACSES, titulado “Armenia: Grandes Oportunidades en el Corredor Medio”, analiza a fondo este cambio de paradigma y el papel estratégico que Armenia podría desempeñar en este nuevo tablero logístico global.
La invasión rusa de Ucrania en 2022 actuó como un catalizador. Las sanciones occidentales a Rusia limitaron severamente la capacidad del corredor del norte, que hasta 2021 concentraba más del 86% del comercio terrestre entre China y Europa. Esta disrupción, sumada a la vulnerabilidad de la ruta marítima —evidenciada por el bloqueo del Canal de Suez en 2021—, volvió los ojos hacia la alternativa del Medio.
Este corredor multimodal parte de China, cruza Kazajistán por ferrocarril, atraviesa el Mar Caspio en barco hasta el puerto de Bakú (Azerbaiyán), y luego sigue por ferrocarril a través de Georgia hacia Turquía y Europa. Si bien su tiempo de tránsito históricamente ha sido mayor (unos 30-35 días frente a los del norte), la inversión en infraestructura y la harmonización aduanera prometen reducirlo significativamente.
Kazajistán, Azerbaiyán, Georgia y Turquía firmaron en 2022 una “hoja de ruta” para el desarrollo del corredor (2022-2027), con el apoyo técnico y financiero de instituciones como el Banco Mundial, el Banco Asiático de Desarrollo y la UE.
El informe de ACSES identifica una debilidad clave en la ruta actual: el tramo ferroviario entre Bakú, Tiflis y Kars (BTK) presenta serias limitaciones técnicas. Es una vía única en el tramo de Akhalkalaki a Tiflis, con pendientes pronunciadas que limitan la capacidad y velocidad. Con un volumen de comercio que se espera supere los 11 millones de toneladas para 2030, según el Banco Mundial, la capacidad del corredor actual podría verse sobrepasada.
Aquí es donde Armenia entra en juego. Su inclusión ofrecería una ruta alternativa meridional, aliviando el cuello de botella y añadiendo resiliencia a toda la red.
El informe analiza tres rutas potenciales a través de territorio armenio:
La opción más viable, según el análisis, es la primera (Bakú-Megrí-Yeraskh-Kars). El coste de rehabilitación del tramo crítico (Yeraskh-Akhurik) se estima en 50 millones de dólares, una fracción del coste de construir una línea nueva. Además, esta ruta haría que 257 km del corredor pasaran por Armenia, en lugar de solo 43 km en otras opciones, maximizando el beneficio local.
La puesta en marcha de esta ruta proyecta un movimiento de carga de 4,6 millones de toneladas anuales a principios de la década de 2030, alcanzando casi los 10 millones para 2050. Sin embargo, el informe es realista: si Armenia solo sirve como país de tránsito para el tramo de Megrí, los ingresos directos por tarifas serían limitados, estimados en 10-15 millones de dólares anuales.
El verdadero valor estratégico es más profundo:
El principal desafío, además de la financiación, es geopolítico. El informe sugiere que Armenia debe llevar a cabo una “diplomacia proactiva” para persuadir a Turquía y a los actores clave de que la ruta por Megrí-Yeraskh es más económica y eficiente que la alternativa por Dilichú-İğdır. Se propone explorar la posibilidad de que un operador internacional, quizás con respaldo estadounidense dado el interés de USAID en el proyecto “Crossroads of Peace”, gestione el tramo crítico bajo un esquema de concesión, garantizando igualdad de condiciones para que las compañías ferroviarias elijan la ruta más eficiente.
El Corredor Medio es una realidad en expansión. Para Armenia, no se trata solo de ganar unos millones en tarifas de tránsito, sino de una oportunidad histórica para salir del aislamiento geoeconómico, integrarse en las cadenas de suministro globales y redefinir su papel en la región. La decisión de activar o no su “ventaja logística” dependerá de la habilidad de su política exterior y de la voluntad de la comunidad internacional de apoyar una ruta que promete mayor estabilidad y diversificación para el comercio Eurasiático. La encrucijada está servida.
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