La declaración de la embajadora estadounidense Lynn Tracy apoyando las elecciones democráticas en Armenia de la Revolución de Terciopelo de 2018 y las parlamentarias anticipadas de 2021, encontraron una acalorada respuesta entre la “oposición” del Parlamento.

Los opositores creen que estas elecciones no tienen nada que ver con la democracia y que viven en una dictadura que les impone los votos de Nikol Pashinyan.
Su táctica para llegar al poder sin pasar por elecciones consiste en desconocer las autoridades electas y adjudicarse unilateralmente el poder para determinar la política interna y externa de un país que no termina por apoyarlos. O por lo menos, no los apoya popularmente.
La “oposición” acusa así a occidente ( Estados Unidos y a la Unión Europea) de hacer la vista gorda ante todo esto. A tal punto que ANCA, a pedido de la FRA, solicitó a Biden que destituyera a la embajadora Tracy.
En este contexto, habría que recordar los llamados del embajador ruso Kopirkin al gobierno armenio y a los partidos prorrusos para acudir a las elecciones anticipadas de 2021. Antes de eso, los partidos estaban en contra de las elecciones anticipadas, pero después de que lo pidiera Kopirkin, aceptaron. Como resultado, en 2021 recibieron un fuerte repudio social y se conformó un parlamento mayoritario bajo el partido gobernante.
Después de eso, Putin anunció con satisfacción que las elecciones fueron exitosas, recibiendo Pashinyan lo más importante: la confianza de la gente “para tomar decisiones dolorosas”.
En consecuencia, por objetividad política y solidaridad, sería lógico que la FRA y los bloques pro rusos que responden a los dos ex presidentes hicieran las mismas demandas al presidente ruso Putin y que saque al embajador Kopirkin.