La información sobre los resultados de las negociaciones Putin-Erdogan en Sochi da una idea general de los acuerdos alcanzados. Rusia espera de Turquía mantenga su especial posición de no oponérsele en la OTAN y en otras estructuras occidentales, y que ayude a promover un alto el fuego en Ucrania en términos rusos, con resolución de territorios a cambio de la paz. Para este propósito, Putin venía haciendo lobby en los países y estructuras occidentales pero para darle cuerpo necesitaba una figura política poderosa que se hiciera cargo de la “coordinación”. Y Erdogan parece ser el elegido.
A su vez, antes de las negociaciones de Sochi, se supo que Moscú quería ponerse de acuerdo con la parte turca sobre el tema de eludir las sanciones, particularmente en los sectores bancario, energético y de equipamientos. Los detalles los dió el Washington Post: “Rusia está pidiendo permiso para comprar acciones en refinerías de petróleo, terminales petroleras y depósitos de Turquía. Esto podría ayudar a los rusos a ocultar el origen del petróleo después de que el embargo de la Unión Europea entre en vigor en diciembre. Además, el gobierno ruso quiere que varios bancos estatales turcos abran cuentas para instituciones financieras rusas y permitan que los productores industriales rusos operen en las zonas económicas libres de Turquía”.
Putin dijo que Europa debería estar agradecida por el suministro de gas a través del gasoducto Turkish Stream, aunque los rusos podrían suministrar fácilmente el mismo gas a través del gasoducto Northern Stream
Así, Putin dotó a Turquía de dos papeles internacionales importantes y “monopolísticos”: como coordinaron en las negociaciones del alto el fuego y como socio en cuestiones de seguridad energética.
La contraprestación rusa a Turquía se refleja en los párrafos de “cooperación y seguridad regional”, y se refieren a las iniciativas y programas de Turquía en Siria y Libia, así como a la continuación del programa nuclear. Antes de la reunión en Sochi, el portavoz del Kremlin dijo que podrían tocar el problema de Karabaj, pero los informes no mencionan que lo hicieran. De todas formas era innecesario: según fuentes rusas, Lavrov ya había preparado un “paquete” siguiendo las instrucciones de Putin.
Así, en Moscú Putin y Erdogan cerraron oficialmente la declaración tripartita y comenzaron la operación de “aceptación-traspaso” de Artsaj con un ultimátum para desarmar a Artsaj y cambiar el régimen vial.
El resultado siempre fue obvio y la esperanza de los cinco años parta tratar de negociar otros términos, como el estatus de Nagorno Karabaj y la apertura mutua de las fronteras, fue reducida a menos de dos años y en Moscú, esta semana, Putin y Erdogan cerraron el asunto de Artsaj.
Los expertos rusos señalan que Putin entregó Artsaj, y que pronto podrían no quedar fuerzas de paz. Es poco probable. Varios analistas armenios venían diciendo que Putin ya la había entregado el 27 de septiembre de 2020, cuando hizo firmar a Armenia una declaración tripartita que le daba presencia de jugador a Turquía en la región. En cualquier caso, el tema Armenia – Artsaj se aceleró con la guerra a Ucrania y el boicot internacional, que obligó a Rusia negociar con Turquía, Irán y Azerbaiyán para el eludir las sanciones.

Nuevamente la historia se repite, pero dramáticamente. “Los dos bandidos internacionales” que llevan desde hace años a sus propios países al borde del desastre, no pueden prescindir el uno del otro. Putin conecta con Erdogan las esperanzas de resolver el tema Ucrania que se convirtió en un problema de vida o la muerte para él, mientras Erdogan ve en Putin un medio para fortalecer sus posiciones en el ámbito nacional y extranjero, mientras lo salva del desastre económico en el que puso a su país en los últimos años.