El otro día, los medios informaron que Irán llamó a su embajador en Azerbaiyán, Abbas Mousavi, supuestamente «para consultas», pero la realidad es que el diplomático fue retirado por no reaccionar debidamente a las campañas contra Irán que medios y gobierno de Azerbaiyán llevan adelante.
Cabe señalar que esta decisión fue tomada por Teherán luego de que Mousavi fuera citado en Bakú por el gobierno azerbaiyano, donde acusó a su país de realizar una “campaña calumniosa” entre políticos, militares y medios de comunicación iraníes contra Azerbaiyán.
La destitución del embajador es en sí misma una medida demostrativa bastante inequívoca, pero en el caso de Mousavi, el significado de lo que está sucediendo es mucho más profundo. El hecho es que este diplomático tuvo la reputación de ser pro-azerbaiyano, y algunas de sus acciones y declaraciones estaban radicalmente en desacuerdo con la «línea general» del liderazgo iraní.
Como ejemplo, el 9 de noviembre, Abbas Mousavi felicitó a Azerbaiyán por su «victoria» en la guerra de 44 días contras los armenios, mientras el mismo día Irán acusaba a Bakú de actividades terroristas contra Irán, que se intensificaron precisamente después de esta “victoria”, que posibilitó el despliegue de militantes pro-turcos de Siria, así como oficiales de inteligencia israelíes y su infraestructura. en los territorios ocupados de Artsaj, cerca de la frontera iraní.
Después de eso, el público iraní y los medios exigieron literalmente que el Ministerio de Relaciones Exteriores del país destituyera a Mousavi.
Independientemente de cómo se desarrollen los acontecimientos antes, se puede hablar de un grave empeoramiento de las relaciones entre Irán y Azerbaiyán.
